Otra vez las voces  

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Esta vez fallaron con los números, así que la lotería tendría que esperar. La Pucelle estaba cada vez más ausente desde que la otra Juana se llevó la espada. Oía acerca de sus logros en las batallas e incluso imaginó estar en Orleans guiando a los ejércitos del Delfín. Lamentablemente las líneas de las palmas de sus manos se habían extendido por regiones que ella desconocía y ahora se veía prometida a un hombre al que apenas había visto una vez y que la llevaría a vivir a sus tierras, muy lejos de su hogar.

La Pucelle mientras tanto seguía cazando dragones imaginarios y cabalgando sobre ellos mirando a, los pobres y simples humanos desde su refugio entre las nubes. La Pucelle era feliz mientras se encontraba allí descansando luego del festín junto a sus tesoros obtenidos tras derrotar al feroz Ytrenorg, el Implacable. Ahora sus posesiones eran suyas y estaba pensando en comprar una isla e instaurar un imperio. Quizás lo llamaría Utopía y cambiaría al mundo.

Un grito estremecedor hizo volver en si, a La Pucelle. Su madre la llamaba para probarse el vestido. A ella se le hizo pesado cual mortaja y era exactamente eso lo que resemblaba. Su armadura de mallas era mucho más liviana. La escondía en el granero junto a los cuartos de los criados y se la solía poner cuando batallaba contra las fuerzas de la oscuridad.

Definitivamente era ella la que debía quedarse con la espada y no la otra. Quizás hablar con Sir Andrew le haría volver en si. Eso o una sesión de tarde sumergida entre las marionetas de Tim, el titiritero. Le gustaban esos relatos llenos de oscuridad e historias poco convencionales. Quizás algún día podría visitar esos lugares y librar a Sleepy Hollow de su maldición.

This entry was posted on 9 de junio de 2008 at 16:16 and is filed under , . You can follow any responses to this entry through the comments feed .

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