No todos los días son rosas, eso hasta yo lo sé. Y no es de eso de lo que se trata. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, me gana el hastío. Me sobrepasa la rabia. Me invade la frustración.
No hay nada de lo que pueda culparte. O tal vez, sí. Tampoco es el punto. De a dos se hacen los buenos momentos, de a dos se hacen los malos también. El punto es que nuestra historia no está funcionando. El punto es que no podemos estar cerca uno del otro. Y tampoco lejos. El punto es que me niego, con toda el alma, a que lo nuestro sea así de tortuoso.
O cambiamos la suerte. O hasta acá llegamos. Yo apuesto a lo primero.
Espero no haber llegado tarde.
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on 10 de noviembre de 2008
at 17:23
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