Juana vivía con su familia una vida bastante feliz. A veces escuchaba voces que le ordenaban cosas pero, usualmente eran benévolas, como aquella vez que le dieron unos números para el sorteo local de un cerdo y un pequeño becerro. Los números eran extraños pero, cuando se los dio al organizador del sorteo supo que el 4, 8, 15, 16, 23 y el 42 le harían ganar.

Cierto día se hallaba en el campo perdida en sus cosas místicas, cuando de pronto a lo lejos divisó a otra muchacha por allí. Escuchó otra vez la voz en su cabeza. Era armoniosa y suave pero, al parecer la otra chica la oyó también. Una espada cayó del cielo y ambas la vieron. La otra chica se abalanzó sobre ella. Juana también. Ambas se enfrascaron en una pelea, durante un largo rato, por quedarse la espada y, nuestra, Juana perdió, no sin antes mascullar una maldición entre dientes.

Es así como empieza la historia de nuestra Juana. Una guerrera legendaria que debido a un giro del destino comprobó como su vida tomaba otro rumbo.